My Blog

Irrigación colabora en la planificación contra crecidas aluvionales

El ente encargado de afrontar crecidas de tipo aluvional es la Dirección de Hidráulica, aunque debe recibir colaboración de diferentes entes relacionados como Defensa Civil, AySAM e Irrigación, entre otros.

Entre este sábado y domingo pasados precipitaron 46 milímetros en toda la Provincia. Todo un récord en materia aluvional si tenemos en cuenta que la media anual es de 220 mm. El ente encargado de conducir esta cantidad de agua que precipita raras veces es la Dirección de Hidráulica y lo hace a través de las obras aluvionales.

Estas obras están estrechamente relacionadas con las obras de regulación que canalizan el agua de nuestra red, es decir, aquellas que hacen llegar el agua de riego (de origen nival) a los diferentes usos, sobre todo el agrícola y el poblacional. Las obras para lluvias se pueden describir como una pequeña red de tomas y conexiones pluviales de distinta categoría en ámbitos urbanos, sobre todo, y ciertas zonas rurales.

La Ciudad de Mendoza y su entorno, el Gran Mendoza, se encuentran ubicados junto a una serie de pequeñas cuencas aluvionales sobre la planicie Este del piedemonte de la Precordillera. Es una zona árida a semiárida con precipitaciones medias anuales de 220 mm aproximadamente que ocurren, por lo general, en verano. Estas son de gran intensidad, torrenciales, intermitentes y de corta duración. Durante el resto del año es muy poca la precipitación.

Esas precipitaciones que caen en las cuencas de recepción aluvional pueden dar lugar a crecientes de magnitud que fluyen por zanjones y cauces (habitualmente secos) y que a su vez, desembocan en otros mayores sobre la bajada pedemontana hasta alcanzar la planicie aluvial. Obras estructurales que ayudan al manejo de crecidas: diques atenuadores de crecidas, canalizaciones, colectores y terraplenes.

Los reservorios de Irrigación
Otras obras que ayudan a la recolección o cosecha de lluvias son los reservorios que construyó el Departamento general de Irrigación hace pocos años en la región.

Los reservorios son como un pulmón dentro de la red, que permite a Irrigación hacer cambios durante la distribución, atendiendo a las necesidades de los productores.

Los reservorios realizan un manejo distinto del sistema. Se distribuye el agua por períodos fijos, preestablecidos. Con esta nueva obra aparece la posibilidad de ir modificando los turnos de acuerdo a la demanda.

Los tres pulmones de agua que se encuentran el Este mendocino, permiten el resguardo del agua del turno de riego ante posibles lluvias. Por ejemplo, si se ha erogado el agua desde el Dique Cipolletti (a 70 km de distancia), y comienza a llover, para no desperdiciar el agua que viene por los canales se puede guardar en el reservorio y programar el próximo riego. Por otra parte, para los productores hortícolas, con cultivos que necesitan un riego más seguido que los turnados, parte del agua de turno podrá guardarse en los reservorios y así poder entregar un entre turno semanal, es decir pequeños caudales, para que el productor pueda diversificar su producción y no necesite depender exclusivamente del agua subterránea.

La sedimentación que antes ocurría luego de producirse el fenómeno aluvional era considerado un efecto positivo para el ambiente, ya que los depósitos concentrados al final de las cuencas y microcuencas son los humedales receptores de estas escorrentías pluviales. Posteriormente, el escaso ordenamiento territorial y la mano del hombre que modificó defensas naturales acarreó consecuencias negativas. De este modo, comienzan a producirse anegamientos e inundaciones en los barrios periféricos del Gran Mendoza y muchas veces llegan a afectar el centro de la ciudad. Cabe mencionar que uno de los problemas derivados de la falta de control es la ubicación de asentamientos poblacionales en antiguos caminos naturales del agua.

Como un claro ejemplo de lo anteriormente descripto, el 4 de enero de 1970 se produjo una fuerte tormenta. Precipitó sobre la cuenca aluvial, frente al dique Frías, lo que provocó su destrucción. Las crecientes superaron la capacidad de evacuación de agua del dique y originaron su colapso. Como consecuencia de la ruptura, se produjo una avalancha de agua y lodo que inundó la zona de influencia. Los aluviones superaron en algunos lugares el metro y medio de altura y toda la ciudad resultó afectada con 24 víctimas fatales y 2.000 accidentados aproximadamente; además de daños materiales millonarios.

prensaIrrigación colabora en la planificación contra crecidas aluvionales